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LAS HUELLAS DE UNA ETAPA PREINDUSTRIAL.


En documentos del siglo XVI del Paraguay colonial se citan calderas y espumadores, instrumentos de la primitiva industria azucarera. La caña de azúcar fue introducida en la isla por el descubridor Cristóbal Colón, procedente de las Islas Canarias, y en 1549 ha mantenido una presencia constante en el quehacer económico del país, se aclimato rápidamente y a los pocos años de su trasplante, las primeras plantas de caña dulce eran ya productos de todas las rozas asuncenas, y que por su importancia alimenticia necesito de su industrialización.

Desde ese entonces el algodón tuvo una nueva compañera y no paro el esfuerzo que a los pocos años después llegaron las primeras plantas de caña dulce al Paraguay. Alfredo Viola señala que fue Eugenio Vilaseque quien en 1874 obtuvo el privilegio de exportar libremente el azúcar, elaborado con una maquina a vapor.

El primer trapiche, en la época de la conquista, en 1556, fue el instrumento fabricado especialmente destinado a la industria azucarera, y en 1575 llegaron los Maestros de labor de azúcar, para que la industria azucarera pueda tomar impulso, pues la materia prima ya existía. El Cabildo, en 1597 legisla lo que deben cobrar los Maestros azucareros.

El progreso de la industria azucarera origino otras actividades, y entonces, se puede decir que esta actividad estaba en su etapa inicial. Su fecunda amplitud en otras aplicaciones como ser la elaboración de masas, caramelos, licores, aguardiente y dulces fueron los primeros. La producción de la incipiente industria azucarera fue aumentando desde mediados del siglo XVI en un ritmo acelerado con relación a su inicio, y las grandes dificultades como el transporte, particularmente la navegación, por los ríos Paraguay y Paraná habría que vencer. Para el comercio de los productos paraguayos, en esa época, llegaban a Santa Fe y Buenos Aires, y en el año 1600 salió para España una carabela cargada de productos paraguayos entre ellos: vinos, azúcar, dulces, confituras, licores y otras diversidades. La competencia Brasilera. Pronto surgirían otras dificultades que entorpecerían el comercio que tan brillante porvenir parecía vislumbrar. En primer término, en 1610, surge la competencia brasilera, donde se suplica al gobierno se prohíba vede el ingreso de productos desde el Brasil, ya sea por agua ni por tierra, entre ellos el vinos y el azúcar. La protección fue inocua pues el contrabando brasilero desde el puerto de la Colonia Sacramento continuo con mayor vigor.

En los primeros tiempos de la conquista, a falta de dinero o de monedas, el azúcar se convirtió en moneda de cambio. El azúcar era un producto de mucho valor que como se ve, el azúcar no solo cumplía como producto de comercio, sino constituyo un instrumento de pago que se prolongó por mucho tiempo.

Los Jesuitas fueron grandes agricultores que tuvieron en sus chacras preferentemente a la yerba mate, no prestaron mucha atención a la caña dulce.

El siglo XVIII, desde 1781, los impuestos confiscatorios por la corona en perjuicio del comercio llevo a la provincia a un estado de postración, y como el azúcar era más barato en Buenos Aires, la producción apenas daba para el país, el gobierno se preocupaba de fomentar el aumento de la producción con medidas en beneficio de los productores, entre ellos evitar accidentes en su proceso de producción. En 1786 se presentó muy prospero para el comercio paraguayo, ocupando el azúcar un lugar de preferencia junto con la yerba y el tabaco. Los últimos años de la colonia, en el año 1800, la corona preocupada por la competencia extranjera dicta una real cedula por la cual se exime de todo derecho el comercio del algodón, café y del azúcar para proteger la producción en las provincias del Virreinato del Rio de la Plata.

En 1811, los productos agrícolas eran los mismos que en la época colonial, pues no tenemos documentación que especialmente se refiera a la caña de azúcar.

En el gobierno de Don Carlos Antonio Lopez, en 1844, la agricultura cobro nuevos impulsos, y los datos ofrecen la lista de productos que son objetos de tráfico en continuo aumento, como el maní, naranjas, maderas, jabón, azúcar, dulces, miel y aguardientes. Diez años después, en 1855, comienza a decaer el comercio de los productos de la caña azúcar, el azúcar desaparece por completo, la producción no cubre las necesidades nacionales, y por otra parte, no se puede competir con los precios de azúcar brasilero y cubano.
Poco después de la guerra en 1870, se abriría un nuevo capítulo en la historia de la caña de azúcar en el Paraguay.
A pesar de las vicisitudes de la guerra, la caña de azúcar no dejo de estar presente, por aquella época en 1875, se instaló una fábrica de caña y azúcar, y fue la primera.

Así mismo, el empresario Fernando Saguier fue beneficiado en 1878 con una concesión para un molino azucarero, que según algunos historiadores fue el primer molino azucarero importante de la pos guerra.

La Perseverancia era otro ingenio azucarero ubicado en la localidad de ZeballosCue de la Capital y cuyos dueños eran Bernardino Caballero y la viuda del presidente Cándido Bareiro, mientras que los hermanos Ortilieb montaron otra azucarera sobre el rio Tebicuary, después adquirido por La Empresa Azucarera. En Luque otro molino fue instalado con la iniciativa de Alberto Brun.

El Ingenio Azucarero Agüero, del señor Aurelio Agüero estableció en Concepción un ingenio azucarero, con más de 6 leguas, esta fábrica producía azúcar de primera y segunda calidad así como el alcohol rectificado hasta 40º, aparatos rectificadores sistema Egrat. Con un pequeño capital de $ 600.000 fue calificado por Arsenio Lopez Decoud de hacer un verdadero honor a la industria nacional. Esta industria llego a producir anualmente 50.000 kilos de azúcar, 20.000 litros de alcohol industrial.

Desde 1878 han surgido y desaparecido los siguientes ingenios azucareros: 1) Ypane; 1879, Fernando Saguier; 2) Zeballos-Cue. La Perseverancia 1881. Mestres y Goitia; 3) La Azucarera del Paraguay, 1899, Ybytimi, Ruiz Diaz y Cía.; 4) Evan, Caraguatay 1899; 5) A. Brun, Luque 1897; 6) Lahaye, Villa Hayes 1899; 7) Nordurman, Villa Hayes 1899; 8) La Caida, Aurelio S. Agüero, Concepción; 9) La Germania; Pankow, Horqueta Naranjaty 1899; 10) Surroca, Ñemby, y 11) Colonia Cosme, 1987.

Como necesario complemento del escrito, se ofrece una ligera referencia de los ingenios azucareros, que en la actualidad, recogiendo los ideales de sus antecesores, los prolongan ya con una moderna organización con adecuadas maquinarias y elementos humanos capaces de lograr continuidad evolutiva de la industria azucarera de nuestro país. .
EL (CAAP)

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